

Los arquitectos de la NASA no dejaron que eso les asustara. Más bien al contrario: "Cuanto más difícil sea la tarea, más oportunidades de demostrar su valía", decidieron.
El lugar elegido para la construcción no era nada espectacular. La parcela está rodeada por todos lados por las típicas casas de ladrillo de los suburbios de Melbourne. En cambio, el nuevo edificio pretendía ser transparente.
"Da a la casa una ilusión de extensión, haciéndola parecer más grande", explican.
Por eso el edificio tiene un mínimo de paredes interiores. La luz natural penetra por todos los rincones, creando intrincados patrones de luz y sombra. Todo ello aligera el interior y le confiere una sensación de ligereza e infinitud. Si a esto se añade la anchura mínima de la sala (una estructura de carga de este tipo permite reducir al mínimo los costes de construcción), se obtiene un cuadro completo.





