
El edificio está situado en la costa sur de Victoria (Australia), donde soplan fuertes vientos y llueve. La construcción, francamente, parece bastante inusual, como si saliera de algún lugar bajo tierra. A algunos de nuestros lectores la forma puede recordarles a una luna creciente o a una duna de arena, a otros a un platillo alienígena que aterriza en el horizonte.
Parece que en este caso la imaginación no tiene límites. Todas las superficies cóncavas y convexas del tejado se realizan con listones y cabrios convencionales. Las paredes exteriores están revestidas de metal galvanizado, lo que, combinado con la forma general, facilita el cuidado de la estructura.


La madera laminada es ideal para trazar curvas gracias a su maleabilidad natural. El diseño vanguardista de la villa contrasta con el paisaje circundante, dándole un aspecto ultramoderno.
En el interior, todo parece abierto y la calidez y el ambiente acogedor se ven realzados por los paneles de madera que cubren todo el interior. Los grandes ventanales dejan entrar la luz del sol y ofrecen una hermosa panorámica de los alrededores. La zona central cuenta con una chimenea que, gracias a las paredes aisladas, calienta perfectamente la estancia.



El arquitecto ha conseguido crear una casa que está en perfecta armonía con su entorno y, al mismo tiempo, presume de su propia integridad, sin ceder nunca a los elementos.
Foto de archivo de James Stockwell Architects.