Hay ciertas técnicas estereotipadas de diseño de viviendas con las que siempre saldremos ganando. Y un ejemplo de esa solución versátil es Residencia Pilbrow, situado en Nueva Zelanda.
Su caja tiene una forma compleja, como si estuviera compuesta por muchos rectángulos. Está revestido de yeso blanco y cuenta con grandes ventanales empotrados en las paredes, que permiten la entrada de abundante luz natural. La distribución es bastante sencilla, y cada habitación tiene su propia función; la zona social integra el salón, la cocina y el comedor.
El patio con piscina y caminos salpicados tiene un aspecto encantador, pero es el interior de las habitaciones lo que hace de este edificio un nido acogedor y lujoso para la familia. El minimalismo se ha convertido en la base para crear un entorno relajante y agradable, por lo que el mobiliario tiene un contorno discreto, pero busca la ergonomía.







