A menudo se acusa al estilo moderno de ser frío y demasiado austero, sobre todo cuando se trata de una tendencia como el minimalismo. Los lectores pueden ver un ejemplo sorprendente de cómo las últimas soluciones sientan las bases para una vida armoniosa y feliz. Se trata de una casa situada en la esquina de dos concurridas calles alicantinas y que cuenta con un interesante diseño interior.
El reto ha consistido en dominar la inusual distribución, marcada por pequeños rincones y habitaciones desproporcionadas. El arquitecto lo modificó ligeramente, sustituyendo algunas paredes por mamparas de cristal o suprimiéndolas por completo. Hacer sitio para la luz del sol y el espacio vital. La zonificación visual era una gran alternativa en este caso, daba sensación de apertura y volumen.
El blanco es el color predominante en la mayoría de las zonas como símbolo de limpieza y frescura. Abre visualmente cualquier pared y hace que las habitaciones parezcan más espaciosas. Se ha aprovechado hasta el último espacio, desde el alféizar de la ventana convertido en sofá hasta el pequeño rincón convertido en biblioteca. Los muebles modernos con un mínimo de adornos complementan a la perfección la imagen general de la vivienda.
Gris claro, madera y verde esmeralda son tonos adicionales. Añaden un toque de elegancia y un toque de utilidad a su salón. Incluso la escalera de acceso al primer piso de la casa tiene un aspecto encantador. La combinación de los tonos elegidos forma el nivel de confort que uno necesita.
