
La hiedra reviste las columnas y aporta un toque provenzal a este pequeño rincón. Los muebles de jardín de hierro forjado y la combinación de colores blancos completan el look.

A la casa se entra por un pequeño patio. El camino del jardín conduce a través de una puerta acristalada al espacioso comedor.

Las puertas acristaladas evitan el calor y permiten disfrutar de las increíbles vistas del patio interior.

Una mesa para diez personas es el centro de atención del comedor.

La enorme escalera de madera se complementa con exquisitas barandillas de hierro forjado. La casa está tan bien iluminada y es tan espaciosa que sus límites parecen difuminarse, desaparecer, y sus dimensiones desafían el juicio visual. Da la impresión de que se puede deambular sin fin por las habitaciones.

Una cómoda antigua con un gran espejo es un objeto admirable. Muestra el amor del propietario por los materiales naturales, en este caso la madera.

Un "puente colgante" conecta partes de la casa.

El suelo es claro y los muebles están colocados de forma deliberadamente descuidada, como si el propietario los acabara de dejar. Una vez cerradas las persianas, la habitación queda a oscuras. Es hora de encender un candelabro.

La puerta del baño esconde una habitación inesperadamente espaciosa. Las sutiles baldosas de tablero de ajedrez del suelo llaman inmediatamente la atención. Los sanitarios encalados y la iluminación tenue hacen que el interior sea ordenado y fresco.


