La residencia tiene dos niveles, cada uno de los cuales está en contacto con el suelo, que tiene una pendiente superior a 30 grados, en puntos específicos. Las zonas comunes de la parte superior de la casa están conectadas con el exterior por el lado de la calle. Al mismo tiempo, las ventanas y puertas panorámicas del nivel inferior se abren a un jardín aislado, protegido por el edificio.
La monocromía es otra de las características de este proyecto. El exterior blanco contrasta con las ventanas de marco negro. El interior parece aún más ascético, ya que el techo y el suelo de hormigón están desprovistos de acabados. En este contexto, el cuarto de baño, revestido de azulejos, parece una morada de lujo y confort.
La aparente sencillez del diseño de la villa se debe al deseo de los arquitectos de acentuar el pintoresco paisaje mediterráneo.
El proyecto en su conjunto respalda la idea de que la zona asignada a la construcción de viviendas es algo más que un mero campo de pruebas para el concepto del arquitecto. Según este concepto, son las características del paisaje, combinadas con los deseos del cliente, las que deben determinar la dirección del diseño.
Foto: Jordi Surroca.
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